“Ir a La Minerva en los 60’s era como salir a la Periferia de Guadalajara”

La emblemática escultura de La Minerva, erigida en los cruces de las avenidas Vallarta y López Mateos, representaba mucho más que un simple monumento en los años 60. Su presencia marcaba el límite de la ciudad de Guadalajara y simbolizaba un punto de salida hacia nuevos horizontes.

La monumental glorieta fue Inaugurada en 1956, esta imponente obra fue creada por los talentosos escultores Joaquín Arias Méndez y Pedro Medina Guzmán, respondiendo a la solicitud del entonces gobernador Agustín Yáñez.

En aquel tiempo, la zona donde se ubicaba La Minerva era prácticamente deshabitada, con escasas viviendas y terrenos cercados. La imponente estatua y los icónicos Arcos de Guadalajara, situados en su frente, daban la bienvenida a la ciudad.

En medio de un rápido crecimiento urbano, este rincón de la ciudad se encontraba en la periferia de Guadalajara, pero con el paso de los años, se convertiría en un lugar de gran importancia.

Con el tiempo, el área que rodeaba La Minerva se transformaría en uno de los puntos importantes de la ciudad. A pocos minutos de distancia, surgiría la emblemática Plaza del Sol, el primer centro comercial de América Latina. Este hito marcó el inicio de un nuevo capítulo en la expansión de la ciudad y la consolidación de la zona como un punto de encuentro y desarrollo económico.

La presencia de La Minerva, con su belleza y majestuosidad, se convirtió en un símbolo de identidad y orgullo para los tapatíos. Para los habitantes de Guadalajara en los años 60, visitar La Minerva significaba alejarse de su cotidianidad y explorar nuevos horizontes. La estatua se convirtió en un punto de referencia y un hito que marcaba el comienzo de una nueva travesía.

Hoy en día, La Minerva sigue siendo un ícono de la ciudad de Guadalajara y un lugar de encuentro para locales y visitantes. Su imponente presencia y su relevancia histórica continúan atrayendo a aquellos que desean conocer más sobre la rica historia y el crecimiento de esta vibrante urbe. Sin duda, La Minerva seguirá siendo un símbolo que representa el espíritu dinámico y en constante evolución de Guadalajara.

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