Maestro de la fuga y del camuflaje, a quien le distinguían la astucia, la sagacidad, la habilidad y la artimaña
“El Raffles Mexicano” también llamado “Ladrón Manos de Seda” se apoderó de jugosos botines en hoteles, joyerías y otros negocios comerciales. Se convirtió en leyenda al efectuar múltiples robos en México y otros países como Francia, Estados Unidos e Inglaterra.
Roberto Alejandre Hernández, mejor conocido como “El Raffles Mexicano”, nació en julio de 1901 , en Tequila, Jalisco.
Las crónicas jaliscienses cuentan que, de acuerdo con el mismo Roberto, que a su corta edad fue secuestrado en el municipio de Tequila por una banda de delincuentes, quienes lo introdujeron ilegalmente a Estados Unidos.
El propósito de estos malvivientes era instruirlo con todos los trucos para robar y luego explotarlo para incrementar sus ganancias.
Era tanta su astucia, que lograba burlar a las autoridades. Asimismo, estas declararon su incapacidad para capturarlo, por lo que hubo necesidad de boletinarlo a la INTERPOL, al FBI y a la Scotland Yard.
Roberto Alejandre, regresó a México cuando tenía 19 años de edad, en 1920. Y fue cuando inició oficialmente su carrera delictiva. Obteniendo motines de diversos montos.
Pero, en ese mismo año es capturado por primera vez en la Ciudad de México y puesto en prisión.
Al ingresar Roberto Alejandre a la cárcel compartió celda con un prisionero alemán, quien al simpatizar con éste lo adiestró sobre el arte del disfraz, la planeación de fugas, métodos que este controvertido personaje de Jalisco utilizaría y perfeccionaría para hacer del robo una perfección.
Lo sentenciaron a nueve años de prisión en las Islas Marías, y tras el paso de estos años, tuvo la idea de dejar la vida de delincuente y llevar un estilo de vida más tranquila.
Por lo que, se especializó en la fotografía y pintura, actividades donde también logró un progreso significativo por la sensibilidad y talento que lo caracterizaban.
Estando en prisión logra ahorrar y entre sus proyectos principales estaba el de instalar un estudio de fotografía y pintura.
Así que, al salir de la prisión y al hospedarse en un hotel de la Ciudad de México, Roberto Alejandre fue objeto de extorsión por parte de dos policías, quienes lo despojan de todos los ahorros que había juntado en su estancia en las Islas Marías.
Por lo tanto, no quedó de otra forma más que hacer lo sabía.
A partir de la década de los treinta comienza su aventura en el delito de hurtar lo ajeno. Este personaje protagonizó numerosos robos ontos elevados, entre ellos se destaca el robo de las joyas de la “Gatita Blanca”, María Condesa, que se hallaba hospedada en el cuarto 9 del Hotel Francés.
Se dice que poseía una variedad de disfraces por lo que era difícil identificarlo, un día se enmascaraba de policía, al otro de cocinero, después de botones, luego de electricista o plomero y hasta de mujer.
Su forma de robar era elegante, no dejaba pista alguna con qué identificarlo, además no usaba armas, lo que demuestra que no contaba con perfil criminológico. El dinero o las joyas que robaba los usaba para vivir plácidamente: se hospedaba en los mejores hoteles, comía en lujosos restaurantes y vestía ropa de calidad.
Los relatos periodísticos cuentan que en agosto de 1943, en una de sus varias detenciones estuvo bajo custodia de dos agentes llamados Martín Cruz Carreño “El Indio” y Arturo Ortiz Zúñiga “La Píldora”, a quienes burló hábilmente al convencerlos de ir a comer primero y que además él pagaba la cuenta.
Al terminar de comer “El Rafles” pidió permiso para ir al baño y luego huyó a través de las azoteas.
Para el año de 1945, Roberto estaba parado en la esquina de 16 de Septiembre y López Cotilla (Guadalajara) pero al ver un agente de la entonces Policía de Comercio (hoy Auxiliar) se puso nervioso.
Por lo que, el agente notó sus nerviosismo y acudió a revisarlo y a pedir refuerzos.
Para despistarlos “El Raffles” dijo llamarse José de Jesús Anaya Zúñiga pero le encontraron las herramientas que usaban los rateros como:
Llaves maestras, artefactos para abrir cerraduras y traía consigo alhajas y objetos robados. Además, de billetes en moneda nacional y dólares. De inmediato fue detenido y trasladado a la antigua Penal de Oblatos.
Hasta 1949 estuvo prisionero en la Penal de Oblatos (de nueva cuenta la astucia). Aprovechando que era día de visita conyugal cuando esposas y concubinas visitan a sus presos, “El Rafles” hábilmente disfrazado de mujer burla la vigilancia y se escapa.
Las autoridades carcelarias se enteraron de la fuga a las 15:30 horas del día siguiente cuando llegó al Penal el electricista Ignacio Esparza y relató a las autoridades lo siguiente:
Al caminar por la calle dice que vio a una mujer muy maquillada, bien vestida y caminando con estilo elegante, pero al observarle la cara Ignacio pensó:
“Que parecido tiene con el ‘El Raffles’”. De inmediato ordenaron buscarlo y para su mala suerte Roberto Alejandre otra vez burló a las autoridades policiacas.
En el 1989, un asesino serial “El Mataindigentes” asesinó a 9 ancianos que vivían situación de calle, una de las victimas fue identificado como “Roberto Alejandre Hernández” de 89 años de edad.
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