Uno de los panteones más antiguos y tradicionales de Guadalajara, es hoy un famoso museo protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia y considerado Tesoro Arquitectónico Nacional.

Se encuentra ubicado en la zona norte del Centro Histórico de Guadalajara, ubicado en la calle Belén.

Cuenta la historia que este lugar inició siendo una fosa común para gente humilde, posteriormente, el Panteón de Belén se convirtió en el depositario de los restos de la alta sociedad jalisciense del siglo XIX, revela Victoria Oliver Sánchez, investigadora del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

Antes, en 1786, la Nueva España sufrió de una escasez de alimentos, lo que provocó que apareciera el hambre y una pandemia de enfermedades que provocó la muerte de miles de personas, por lo que el obispo Fray Antonio Alcalde tomó la decisión de fundar el Hospital Civil, incluyendo un campo santo para solucionar las necesidades funerarias de la ciudad.

En 1787, al tiempo que iniciaron las labores de construcción del Antiguo Hospital Civil, se habilitó el terreno trasero como un cementerio en lo que ahora se conoce como Panteón de Belén, que cumplió una función muy importante: era un lugar para enterrar a los que morían en el hospital.

Fue hasta 1848, cuando el arquitecto Manuel Gómez Ibarra, realizara la construcción de lo que ahora se conoce como el Panteón de Belén y que funcionaría con el nombre de Panteón de Santa Paula, cuyo funcionamiento sólo fue por 50 años.

Actualmente es uno de los lugares más visitados en las celebraciones del día de muertos, por las muchas actividades que se realizan en el lugar.