Durante la fundación de la ciudad de Guadalajara en al antiguo Valle de Atemajac la Calzada Independencia era un extenso río conocido como el Río San Juan de Dios que nacía en los manantiales del actual Parque Agua Azul y sus cauces naturales llegaban hasta la Barranca de Huentitán, para convertirse en afluente del Río Santiago, las mujeres en ese entonces acudían a lavar la ropa y fue de igual forma de gran ayuda para el entonces nuevo mercado San Juan de Dios.

Ahora la calzada Independencia atraviesa parte de la ciudad, de sur a norte, como una especie de frontera entre dos aparentes mundos en el mismo Guadalajara.

Entre los mismos habitantes es muy común señalar esta avenida como un límite geográfico: “de la Calzada para allá”, lo que ha servido a crear prejuicios entre los tapatíos.

Al lado Poniente se le relaciona a la modernidad, el Oriente se le atribuye la marginación.

“Desde que la ciudad se fundó el 14 de febrero de 1542 empezó la estigmatización, segregación y eso genera un resentimiento, un desnivel, una situación de injusticia que llevamos siglos acarreando”.

Escobar Hernández

El doctor Bogar Escobar Hernández, investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara; explicó que “Aunque se tratan de prejuicios sociales, esta percepción encuentra sus orígenes desde la fundación de Guadalajara, hace casi 500 años, con dos poblaciones muy distintas viviendo a cada lado del antiguo Río San Juan de Dios, lo que ahora es la Calzada Independencia”.

“Guadalajara, desde que nace, nace como una sociedad clasista, porque las primeras casas se construyen en el primer cuadro de la ciudad, pero eran de las familias españolas, a ellos sí se les permite habitar esa zona” expuso Bogar Escobar.

Por otro lado, “a los indígenas se los mandó al Oriente del Río San Juan de Dios” agregó.

Esto ha ocasionado que con el paso del tiempo se asentaran señalamientos negativos contra la sociedad del Oriente Tapatío.

Con información de Ciudad Olinka